El pasado domingo tuve una conversación
muy interesante con un editor, el cual fue muy amable en darme algunos
consejos para mejorar la redacción y corregir errores de novata.
Como escritora, me sacó los colores; como perfeccionista, estoy profundamente agradecida por el tiempo invertido en mí.
Si
debería mencionar su editorial o no, o si debería dirigirme a él por su
nombre, no lo tengo muy claro. Un editor no está obligado a dar
consejos gratis, a regalar tiempo sabiendo que él/ella no se beneficia
en modo alguno. Y tal vez, si lo menciono, siembre un precedente para
próximos autores novel que exijan la misma amabilidad que mostró
conmigo.
No
esperé 24h. para ponerme a trabajar. He de pulir el escrito para que
las luces rojas de alarma no brillen más que las luces de una historia
que tiene un mensaje más profundo que entretener o hacer soñar al
lector, que también. La historia se escribe con el corazón, pero el
experto la lee con la cabeza y la evalúa primero por sus formas y, una
vez superada la barrera de la corrección literaria, se adentran en la
esencia, no antes, no a la inversa.
Así
que la estoy revisando de nuevo, con un poco más de cabeza y menos
vísceras, sabiendo que si algún día un editor decide apostar por mí,
deberé machacar las frases, los giros, las incoherencias de personajes o
de argumento que a mí se me han escapado.
Mi
deseo es poder hacer un equipo con algún editor, porque éste mejora
exponencialmente la historia. Me siento incompleta en ese sentido, pero
para lograr el objetivo, debo dar el primer paso: revisar, trabajar,
picar piedra, que esto es solo el comienzo.
Hasta
el día de hoy, he colgado nueve capítulos. Como podréis comprobar, en
estos momentos no están todos porque estoy trabajando en ellos.
capítulo 2: El quid de la cuestión
Capítulo 3: El perfecto compañero de piso
Capitulo 4: careo
Capítulo 5: Un refrán
Capítulo 3: El perfecto compañero de piso
Capitulo 4: careo
Capítulo 5: Un refrán
Las
cosas importantes en la vida no son fáciles, nadie dijo que lo fueran.
Los factores externos no dependen de mí, como el hecho que se me ha estropeado el ordenador y solo se mantiene encendido cortos periodos de tiempo; el trabajar duro y sacar tiempo
de debajo de las piedras, sí.
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