pánico y fortaleza

Hace días que quería escribir sobre este tema, pero últimamente no encuentro el hueco en mi agenda para hacerlo.

La idea me vino de la manera más insólita, como cualquier idea que me asalta tras coser dobladillos, ponerme los calcetines, remendar telas rasgadas, darle de comer a mis gallinas o una lista interminables de tareas cotidianas. La última inspiración me vino mientras barría el suelo del comedor. Vivo en el campo y mi casa alquilada se está cayendo de vieja, tiene goteras, los ratones entran por la cocina mal aislada y por la chimenea y las hormigas también han encontrado sus huecos para venir a comerse las magdalenas, aún precintadas, guardadas en tarros dentro de un armario.

Barriendo la fila de hormigas comprobé que habían entrado por una pequeña perforación entre las balsosas de conglomerado rojo. Más o menos por esta época los hormigueros entran en casa por vía natural, como si la entrada del hormiguero accediera directamente a mi suelo por las juntas del embaldosado. 

Mi mente viajó de las hormigas come magdalenas a las que tengo fuera de casa, a cómo reaccionan cuando se les borra el rastro que están siguiendo hasta su hormiguero o al pánico y caos que experimentan cuando les destruyes la entrada a éste. Y me admiro, no porque afronten los obstáculos con impavidez, sino porque a pesar de sufrir momentos de verdadero caos, confusión y, tal vez, angustia, acaban por encontrar una solución. Trazan un nuevo sendero y perforan una nueva entrada. A pesar del miedo, a pesar de la confusión... siguen adelante, no importa cuántas veces les borres el rastro o destruyas el hormiguero, nunca se dan por vencidas.

Aquel día reflexioné sobre aquello, en que no hay nada malo en sentir miedo o confusión cuando los planes no se cumplen como habías previsto. Es natural sentirse desorientado, sin saber qué rumbo seguir cuando la vida te cambia las cartas, cuando tus sueños están de rodillas. Es normal experimentar el pánico y encontrarse dando tumbos sin saber hacia dónde dirigir el siguiente paso. Lo extraordinario de todo es saber que si unas hormigas pueden superar la falta de rumbo o la pérdida de la seguridad, nosotros también podemos lograrlo. No importa cuántas veces la vida nos lo ponga difícil, con la tenacidad de la hormiga, a pesar del miedo, con tiempo y esfuerzo vuelve a hacerse un camino por el que proseguir y ver el futuro más nítido.