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miércoles, 20 de marzo de 2013

Un año de silencio

Desde que comencé a trabajar en una fábrica para poder pagar la hipoteca, de eso hace casi un año, no he podido pasarme por aquí y filosofar como de costumbre. Podría decir que el tiempo ha sido escaso y que no me he podido pasar por el blog y espurrear mis diarreas mentales a diestro y siniestro, pero la pura verdad es que está siendo un año tan duro y complicado que mi mente tan solo es capaz de ir asimilando los acontecimientos y mi salud emocional va evolucionando como los digimon (que los pokémons son más antiguos aunque siguen dando la lata en la tele). Cuando me sienta con fuerzas podré proseguir con mis discursitos trascendentales y sobre lo que he aprendido en este año, que no es poco.

En los buenos momentos: disfrutamos; en los malos: crecemos como personas. Este año he crecido, aunque todavía quepo por la puerta de casa.
Como dijo el mayor sabio de la historia: todo tiene su tiempo. Y mi tiempo de silencio no ha finalizado. 

PD: como la vida no es justa y te da por todas partes hasta dejarte paralizado, de vez en cuando debes recordar lo que es la risa y el sentido del humor. Así que os dejo lo último que me hizo olvidar todos estos doce meses. (Si no entendéis el inglés hablan de la restauración del eceomo de Jesús y cómo el verdadero Jesús le da las gracias a la autora Cecilia por haber captado su verdadera esencia)


Un abrazo a todos y feliz semana santa.

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