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lunes, 29 de abril de 2013

Busco respuestas

Las encrucijadas son difíciles, pero estar en oscuridad sin saber qué camino escoger, o si realmente hay un camino alternativo, es lo más complicado. A veces, la ignorancia es menos perjudicial que saber toda la verdad y las cosas que han de venir, pero ¿acaso es bueno estar en penumbras e inerte a causa de la desorientación o del conformismo? ¿Hay salida? ¿Debo seguir buscando soluciones? ¿Debo seguir pidiendo hasta recibir respuesta? ¿Sabré aceptar un "no"? ¿Me están diciendo un "no" y no soy capaz de verlo o asumirlo? ¿Debo seguir golpeando la celda? ¿Debo seguir alzando la voz, rogando misericordia? ¿Esto es lo que ha de ser y no hay nada más? ¿Por qué he de haber nacido de una manera si no puedo ser más que una sombra de lo que creo que puedo ofrecer? ¿Lo que vivo es un silencio o una respuesta: ¿espera? ¿no?... no estoy sabiendo entender la respuesta?
Pensaba que esto iba a ser temporal, pero las oscuras circunstancias se presentan indefinidas y asfixiantes. ¿Seré yo? ¿Será algo externo lo que me impide volar? ¿Qué camino seguir? ¿Hay camino para mí?

Ya dije que este había sido uno de los años más difíciles de mi vida desde que nací de nuevo y tuve otra oportunidad. Hace dos meses tuve un accidente de coche del que tuve suerte de salir casi ilesa, tan solo un latigazo cervical del que todavía me estoy recuperando. Sobreviví, sí, lo hice. Y en un paréntesis volví a soñar, a crear, a recordar quién soy por dentro. Pero el paréntesis se cierra y vuelven las preguntas, aumentan las veces que debo morderme la lengua, sujetarme el corazón y cerrar el boquete de mi pecho. Cuando creo que no aguanto más, Dios me da las fuerzas justas para seguir un día más, una humillación más, una decepción añadida al bote de "razones por las que debes dejar de soñar". La fortaleza necesaria para superar 24 horas, tal vez así no me aventure a caminar sin él, a creerme fuerte y prescindir de su bondad, de su misericordia y de su perdón inmerecido. Tal vez sea mejor así, tal vez si me diera fuerzas, patearía un par de altivos traseros, pero no las tengo (no las ganas de bajar algunas frentes orgullosas y anudar lenguas ociosas y malvadas, tengo ganas, pero no fuerzas).

Me siento atada de manos y pies. Solo tengo mi voz para clamar al cielo. ¿Debo seguir insistiendo? ¿Debo seguir golpeando el suelo con la vara o con una vez ya ha sido suficiente? ¿Ser la viuda que exaspera al juez injusto o derramar mi espíritu una sola vez como hizo Ana, sacudirse el polvo y volver en paz a casa sabiendo que mi oración ya ha sido escuchada? ¿Hay una promesa para mí? ¿Un camino a seguir? ¿Una esperanza a la celda y el escarnio? ¿Estoy en tiempo de espera o es ésto todo lo que me espera?
Busco respuestas, el único que puede concedérmelas calla. ¿Sigo clamando? ¿Sigo rogando? ¿O la porción que me toca en esta vida es asumir que no hay nada más allá del muro y tengo que vivir a ras de suelo... en este lado de la muralla? ¿o puedo ir minando la profundidad de lo imposible soñando... rogando?


Busco respuestas... aunque  me disculpo por formular en voz alta mis preguntas.


2 comentarios:

  1. Sólo te queda hacer algo, cambiar la oración: que se acabe ya, que se acabe ya que se acabe ya, que se acabe ya... que vas a sacar fuerzas mientras dure, está claro. Pero que se acabe de una puñetera vez.
    Besito, Dámaris

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  2. besitos, Ana. Pero me da a mí que esto no pasará hasta que aprenda todo lo que necesito... aunque mi capacidad de aprendizaje está al límite de sus fuerzas.

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