Grandes noticias

Hoy iba a escribir sobre la impotencia, pero en su lugar hablaré de la esperanza.

Un contacto ha recibido en su casa una caja de su editorial con sus ejemplares nuevos y relucientes. Me alegra ver que alguien consigue sus sueños, aunque esta no es la primera novela que escribe. ver cómo ha recibido tales buenas noticias, que pudiera ver la portada de su libro con tapas duras y letras plateadas... me ha hecho envidiar su suerte. 

¿Qué he hecho mal? ¿Qué debo cambiar?

Veía la escritura como mi válvula de escape, una manera de ganarme la vida y de disfrutarla, pero el tiempo pasa y el milagro no sucede.

En este valle oscuro y confuso, me detengo sin saber hacia dónde tirar. Hoy estaba paralizada por la desesperanza y decidí escribir sobre ello. Sólo hicieron falta un par de líneas para recibir una llamada: me han dado trabajo. 

Llevo orando mucho tiempo sobre un empleo para poder dar de comer a mi familia, el mejor trabajo para mí. Han tardado seis meses en concederme la primera entrevista, el resto de trabajos me descartaban sin más.

Hoy, por fin, puedo decir que voy a trabajar en una fábrica. Es un trabajo muy artesanal y me gustó mucho cuando fui a hacer la prueba. El trabajo es bonito, de calidad y artesanal. Buena empresa, buenas condiciones. Y ES MÍO.

A partir de ahora me tendré que tomar con calma lo de ser escritora. No estoy diciendo que abandono, por supuesto que no. Escribir para mí es como respirar, lo necesito. Pero tendré menos horas para dedicar a la escritura, la parte buena es que tendré menos horas al día para sentirme impotente, porque, al menos, doy de comer a mis hijos y me han regalado un buen empleo en tiempos de crisis.

Cuando Dios cierra una puerta, abre una ventana... y, a veces, derrumba un muro entero.

Dios actúa cuando tiene que hacerlo: ni antes ni después. En el momento indicado aunque creamos que llega tarde.