If you want to translate the blog just select your language

miércoles, 23 de febrero de 2011

Miedo al fracaso

Estoy subiendo una gran montaña con sus despeñaderos imposibles y subo cada centímetro de ella pegada a sus  verticales paredes. Un brazo, una pierna, otro brazo, otra pierna... no me importa mirar abajo porque acabo de empezar y ¿qué me puede pasar? como mucho un chichón. Y sigo subiendo, sigo escalando, forzando la máquina de mi cuerpo, día tras días para llegar a la cima. Un día, otro... y es divertido porque "sarna con gusto no pica". Y sigo subiendo y sigo soñando. El sudor de mi frente sabe a diversión y luego miro hacia abajo. ¿Cómo he podido llegar hasta aquí? Y el miedo me paraliza. ¿Y si no logro llegar a la cima? ¿Y si me caigo? El miedo al fracaso entumece mis articulaciones y una ola de pesimismo me alcanza la determinación de seguir. ¿Merece la pena?, ¿seré capaz?, ¿tengo talento para esto?. Sacudo mis pensamientos y sigo subiendo, sigo sudando, sigo temiendo. ¿No sería mejor parar ahora que no he fracasado? Me lo he pasado genial, pero ya es hora de aceptar mis limitaciones... y, sin embargo, sigo luchando contra la montaña y contra mis miedos. ¿Por qué no intentarlo? ¿Por qué derrotarme a mí misma? Y sigo soñando, sigo subiendo y sigo luchando con mis miedos. Miro hacia arriba... hay un largo camino. ¿Lo lograré algún día? Eso espero... clausuro mi boca al darme cuenta de que solo habla mi miedo al fracaso. Con miedo no se llega a ninguna parte, no he recorrido este camino para quedarme a mitad de trayecto. 
"Ánimo, tú puedes", me digo a mí misma. Un brazo, una pierna, un brazo, una pierna... hasta la cima.

sábado, 12 de febrero de 2011

Merengue con azúcar


Por fin alguien ha querido leer mi novela a pesar de no estar finiquitada. Sí, mi hermana quería leerla, pero entre los niños y el trabajo, no ha podido leerla todavía. Necesitaba que alguien externo a la historia, sin todos los datos que yo tengo metidos en esta cabezota llena de pelo, pudiera ver con objetividad el ritmo y el sabor de boca que te queda la lectura del tocho que estoy escribiendo. Y esta persona llegó al capítulo veintiuno, donde yo sabía que se comenzaba a complicar la cosa y el resultado fue como me temía: demasiado empalagoso, demasiado de lo mismo, demasiado amor. Y debo reescribir el final, pero para hacerlo deberé desmontar toda la novela para poderla montar de nuevo.

Es como un mueble del IKEA, que cuando ya lo tienes prácticamente montado te das cuenta que te sobra un tornillo y justo es el que tenías que haber puesto en la primera tabla. Tienes dos opciones: esconder el tornillo y decir ¿Tornillo? ¿Qué tornillo? y si nadie se da cuenta... pues trabajo que te has ahorrado. Pero sabes en tu interior que ese tornillo le dará mucha estabilidad al mueble. Suspiras y desmontas cada tabla, cada tornillo, tuerca, taco, hasta que ves el agujero olvidado y comienzas desde cero. Pero realmente no comienzas desde cero, porque ahora sabes en qué lugar va cada pieza y vas más rápido y más satisfecho por haber podido montar el  mueble tú solito y no te ha sobrado ni un solo tornillo.

Síp. No tendré a tiempo la novela para mi cumpleaños, pero más vale hacer algo sólido. Porque cuando se lo envíe a algún editor no quiero que sople y derrumbe mi trabajo como la casa de paja de los tres cerditos. 
En fin. Quien haya escrito algún libro ¿algún consejo que darme?

viernes, 11 de febrero de 2011

Moiradas- Así no se puede


Moira: veo, veo...
Mamá: qué ves.
Moira: una cosita.
Mamá: de qué color es.
Moira: Blanca y negra.
¿?
Moira: te doy una pista, es duro y grande.
Mamá: me rindo.
Moira: un camión con "pelrons"

Así cualquiera lo adivina...

miércoles, 9 de febrero de 2011

Aguanta un poco más


Al salir de mi hogar he comprobado que una densa niebla dormitaba sobre mi pueblo. El monótono gris desdibujaba la silueta de mis hijos, provocándome una intensa desidia.
Hoy la vida se ralentizaba por culpa de una nube perdida y caída que abrazaba a los mortales. Aguanté la respiración y me sumergí en el grisáceo mar vaporoso. Buceé. Mantuve la esperanza sabiendo que más allá de mi visión, más alto que las montañas, un sol cegador hacía rato que trabajaba por evaporarla, rayo tras rayo, esperanza tras esperanza. La niebla se resiste a marcharse, pero el sol, sin prisa, sin pausa, le come un centímetro a cada segundo. 
Aguanta un poco más, el primer rayo de sol no tardará en aparecer.

martes, 8 de febrero de 2011

¿cuándo pasará esta somnolencia?


... no puedo pensar... no puedo pestañear... no puedo... (aaaahhhhhh... bostezo)... no puedo escribir tres palabras coherentes... antes hablaba mejor... ahora "me se" juntan las palabras... las letras... no puedo... este sueño me vence... y los niños jugando... (aaaaaaahhhh... bostezo) ¿cuándo se pasará este cansancio?... no puedo pensar... no puedo pen...        no puedo...           no pu....      ...           ...                ...                     ... zzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzzz.

lunes, 7 de febrero de 2011

Samueladas- Tipo duro


(viendo una película con una escena triste)

Papá: Samuel, ¿estás llorando?
Samuel: (limpiándose las lágrimas de los ojos) NO. ME ESCUECEN LOS OJOS.

(Y solo tiene 5 años...)

Un mundo mágico


Érase que se era un tiempo remoto donde el mundo era mágico. La vida era de color de rosa, los besos aleteaban en el aire como graciosas mariposas deseando hallar un rostro en el que posarse. Los árboles eran del color del jade y sus hojas jamás caducaban. Los animales vivían en paz y harmonía, los pájaros cantaban una dulce melodía cada día al despertar. La vida era fácil. En los albores de la vida solo habían risas y juegos. La comida era abundante y el descanso pacífico. Las piernas no se cansaban y la ropa no se manchaba. Siempre había algo  delicioso que comer. No había escasez ni de abrazos ni de amor. El lecho, cada noche, esperaba suave y caliente a que los huesos reposaran en él para hallar descanso y sueños felices. En la oscuridad de la noche no había llanto, no había temor, la luna cantaba sólo para ti. Hubo un tiempo en el que viví en un mundo mágico...

Al crecer supe la responsabilidad que tenía de sembrar el aire de besos para mis hijos, de regar las plantas y darle de comer a las mascotas de mis pequeños. De lavar a conciencia la ropa favorita de ellos sin olvidarme de proveer alimento en la nevera y cocinar, cada día, lo mejor para el fruto de mi vientre. Esforzarme cada día sin flaquear en el ánimo ni en el cariño. Hacer sus camas, cantarles nanas... Hoy reconozco que no hay mundo mágico, que la vida es dura, que las dificultades te sobrevienen... en esta noche solo tengo dos palabras que añadir:

GRACIAS MAMÁ

miércoles, 2 de febrero de 2011

Siguiendo viejos consejos

Solía tocar el piano. Digo solía porque vendí mi viejo piano vertical Yamaha para poderme costear el carné de conducir y llevar a mis hijos al cole en mi nuevo hogar. Sí, por ellos se hacen sacrificios enormes. Aunque, cabe decir, que mi antiguo piano estaba para sostener fotografías y acumular polvo. Ahora odio tocar el piano. Pero ya basta de hablar de mí, parece que me esté mirando el ombligo todo el rato.
Lo que hoy os quería decir es que cuando, de pequeña,  iba al conservatorio y una partitura se me atascaba y no había manera de avanzar en su ejecución, me aconsejaban una cosa: dejarla aparcada por un tiempo. Porque el insistir e insistir no hace sino bloquear más la mente y no dejar que respire el problema. Acabamos viendo los pocos compases que alcanza nuestra vista y no acertamos a las teclas, ni al ritmo, ni a la melodía.

En la novela me está pasando lo mismo, así que voy a dejar de lado el capítulo que tanto me está dando quebraderos de cabeza para cogerlo más adelante y verlo desde una perspectiva más aireada. Lógicamente esto no se puede aplicar a todos los problemas. Los problemas con los hijos son una muestra. No los puedes aparcar porque cuando los retomas el problema se ha agrandado. ¿qué hacer en esos casos? Paciencia, constancia y amor, mucho amor.
Sin embargo no todos los problemas son tan graves, al menos no como nos parecen vistos desde la lupa de una mente bloqueada. A veces es bueno alejarse, ver las cosas con objetividad, en frío y ¡ZAS! de golpe aparece la solución, tan sencilla, tan asequible que nos parece imposible no haberla visto antes.

Si necesitas resolver un problema que no tiene solución, te equivocas, no hay problemas imposibles, sino soluciones poco imaginativas. Si lo necesitas, UN KIT KAT. Mañana será otro día.

martes, 1 de febrero de 2011

Samueladas- el niño robot


Soy un robot automático que hace pedorretas automáticas.... a veces. Pzzzzz. Pzzzzzzzzz. ¿qué me pasa? Pzzzzzzz ¡¿qué me pasa?! Pzzzzz. ESTOY ESTROPEADO. PZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZZ

(No sé si será un robot, pero que está estropeado de la azotea... eso no cabe duda)

Entradas populares