Al salir de mi hogar he comprobado que una densa niebla dormitaba sobre mi pueblo. El monótono gris desdibujaba la silueta de mis hijos, provocándome una intensa desidia.
Hoy la vida se ralentizaba por culpa de una nube perdida y caída que abrazaba a los mortales. Aguanté la respiración y me sumergí en el grisáceo mar vaporoso. Buceé. Mantuve la esperanza sabiendo que más allá de mi visión, más alto que las montañas, un sol cegador hacía rato que trabajaba por evaporarla, rayo tras rayo, esperanza tras esperanza. La niebla se resiste a marcharse, pero el sol, sin prisa, sin pausa, le come un centímetro a cada segundo.
Aguanta un poco más, el primer rayo de sol no tardará en aparecer.
Has vuelto ❤
ResponderEliminarLa niebla es parte de nuestra vida. No apto para almas con tendencia a la depresión... pero recuerda que el sol sólo está detrás.
ResponderEliminarJikcall: he vuelto... ya era hora.
ResponderEliminarAna: sí, la niebla está en nuestras vidas, pero es algo transitorio. Solo el sol vuelve cada día, aunque no lo veamos.
La niebla... No puedo con ella. Necesito la luz del sol más que el comer.No obstante... aunque el sol no se deje mirar, está. Y esa seguridad es un rayo luminoso.
ResponderEliminarBesos nocturnos, escritora...
me encanta la niebla de esa foto
ResponderEliminarsaludos
Sunsi: besos para ti también. yo he acabado por amar la niebla invernal de estas tierras, por al cuenta que me trae.
ResponderEliminarJ.G.: la foto no es mía, todas las fotos las cojo de la web, aunqeu a mí también me encanta, por eso la elegí entre todas. Un saludo.