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sábado, 12 de febrero de 2011

Merengue con azúcar


Por fin alguien ha querido leer mi novela a pesar de no estar finiquitada. Sí, mi hermana quería leerla, pero entre los niños y el trabajo, no ha podido leerla todavía. Necesitaba que alguien externo a la historia, sin todos los datos que yo tengo metidos en esta cabezota llena de pelo, pudiera ver con objetividad el ritmo y el sabor de boca que te queda la lectura del tocho que estoy escribiendo. Y esta persona llegó al capítulo veintiuno, donde yo sabía que se comenzaba a complicar la cosa y el resultado fue como me temía: demasiado empalagoso, demasiado de lo mismo, demasiado amor. Y debo reescribir el final, pero para hacerlo deberé desmontar toda la novela para poderla montar de nuevo.

Es como un mueble del IKEA, que cuando ya lo tienes prácticamente montado te das cuenta que te sobra un tornillo y justo es el que tenías que haber puesto en la primera tabla. Tienes dos opciones: esconder el tornillo y decir ¿Tornillo? ¿Qué tornillo? y si nadie se da cuenta... pues trabajo que te has ahorrado. Pero sabes en tu interior que ese tornillo le dará mucha estabilidad al mueble. Suspiras y desmontas cada tabla, cada tornillo, tuerca, taco, hasta que ves el agujero olvidado y comienzas desde cero. Pero realmente no comienzas desde cero, porque ahora sabes en qué lugar va cada pieza y vas más rápido y más satisfecho por haber podido montar el  mueble tú solito y no te ha sobrado ni un solo tornillo.

Síp. No tendré a tiempo la novela para mi cumpleaños, pero más vale hacer algo sólido. Porque cuando se lo envíe a algún editor no quiero que sople y derrumbe mi trabajo como la casa de paja de los tres cerditos. 
En fin. Quien haya escrito algún libro ¿algún consejo que darme?

2 comentarios:

  1. ...de todas formas Dama, eso lo piensas tú, que sabes que falta el tornillo, y que ese tornillo, tiene una arandela, que aprieta una junta...que, que.. debe ser complicado tener una historia dentro y ser juez de la misma...nunca se acabaría...Buen final! escritora!

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  2. Tomae: complicado complicadísimo. El problema es que soy demasiado perfeccionista. Y tienes razón, con esta actitud tal vez nunca acabe. En fin... ahí voy. ¡Al toro!

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