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miércoles, 25 de enero de 2012

sal sosa y gallinas a la cazuela


Y me diréis: “cada vez que te pones a filosofar titulas más raro”
Pues no, señores, que todo tiene su intríngulis.
¿Os acordáis de mi Hello Chicken? Estas navidades acabó en nuestra olla, pobrecita, pero sus compis de gallinero casi han tenido el mismo destino, aunque no por la misma causa.

Un gran hombre, y mucho más que eso, contó una historia sobre la sal que deja de ser salada. Claro que esa historia estaba basada en sus experiencias, en calles de tierra o asfaltadas con baldosines de piedra o mármol, las más notorias. Recuerdo cuando paseé por Éfeso y cogí una insolación que me tuvo debajo de unos matorrales todo el día mientras todo el autobús de españoles de vacaciones disfrutaban de su baño en Pumakaley (claro está, al día siguiente)

¡Eps! ¡que nos desviamos del tema! Pues eso, estaba paseando por las calles empedradas de Éfeso y debía ir con mucho cuidado porque aquellas enormes rocas redondeadas por el uso resbalaban mucho y pensé “aquí cuando llueva alguien se parte una pierna fijo” y recordé la sal que deja de salar para repartirla por las calles y evitar congelaciones, resbalones etc., etc. Fue cuando esa parábola cobró sentido en mi mente adolescente.

Todo esto lo recordé al ver que mis tres gallinas, que restaban vivas de “Pochaneitor” (dícese de mi perra mata gallinas), habían dejado de poner huevos. ¿Para qué se tienen gallináceas si solo comen y cagan? ¿Para qué el gasto en comida, agua, paja y tiempo? ¿Gallinas que no ponen? ¡¡¡A LA CAZUELA!!!
Les dimos un ultimátum, si en fin de año no ponían… iban a tener un destino más útil.

Ahora ya relacionáis la sal  inútil con mis gallinas no-ponedoras y sabrosas en un caldo. Parece cruel la correlación de acontecimientos, pero algo que ya no sirve para lo que fue adquirido debe ser desechado o buscarle otra función.

¿A qu´´e viene todo esto? Pues que creo que hemos dejado de ser luz, de ser sal, de ser útiles en una sociedad que necesita lo que tenemos (o teníamos) y nos desechan, es normal.
Gallinas ponedoras que no ponen, sal que no sala, cristianos que no siguen a Cristo. Valores desvalorizados, prioridades en cola, justicia injusta, a Dios rogando y con el mazo dando.

Y nos preguntamos dónde está Dios… pues decidiendo qué hace con nosotros, si tirarnos a las calles de piedra, meternos en la cazuela o buscarnos otra utilidad, porque lo que se dice útil… no lo estamos siendo demasiado para este mundo.

De verdad espero que nos pase como a mis gallinas, antes del tiempo comenzaron a dar, por una perdonamos a las tres, una contagió a la otra y ahora, parece ser, que ya ponen al completo. Deseo con toda mi alma volver a los orígenes, volver a ser útiles, a cumplir con nuestro objetivo.

4 comentarios:

  1. Yo creo que de alguna forma sí seguimos siendo útiles al Señor, solo que Él nos saca el caldo de otra manera, Dámaris.

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  2. expl´´icame c´´omo. Me gustaria cambiar de opini´´on.

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  3. Inspirado post, Dama. A medida que iba leyendo pensaba ¿por dónde saldrá la escritora? Pues sí dijo esto Jesucristo... y supongo que sería por algo. Además, la sal es aparentemente insignificante. Vamos... que no es grande como una sandía... y menuda diferencia un plato con o sin sal. Lo suyo es salar, esparcirse... Un buen soplo, que la sal no se quede quieta. Gracias, Dama. Un petó.

    Lo siento por las gallinas... ¿Salió rico el caldo?;-)

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    Respuestas
    1. las gallinas no-ponedoras cagaron un huevo al llegar el tiempo cazueril, pero la que nos comimos por pochaneitor result´´o estar m´´as dura que la mojama, jajajaj. La pr´´oxima ir´´a a la olla de la sopa :)

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