Cuando crees no tener nada

Hay un momento para todo, para tener y para carecer, para buscar y para hallar, para perderse y para encontrarse... En los momentos de plenitud nos dejamos llevar por la vida, por los instintos, por la rutina que nos empuja a llenar las horas de cosas y de personas sin darnos cuenta de que muchas de esas pertenencias, materiales o sentimentales, no están cimentadas en algo sólido. Y llega un día en el que todo se desploma, la bolsa, el bolsillo, el descanso pacífico, el buen humor, las buenas amistades e, incluso, tu otra mitad diferenciada de ti por otro cuerpo. Los días pasan y ves menguar aquello que creías que te pertenecía, las cosas van a peor y te sientes frustrado por no poder retenerlas, pero la vida es así. Es en ese preciso instante cuando debes alzar el mentón y escudriñar tu vida, aprender a vivir con lo necesario, dejando de lado todas aquellas superficialidades y necesidades infundadas, limpiando tu agenda de amistades interesadas y reorganizando tu armario interior. 

En los momentos de escasez las preocupaciones nos abruman, pero hay un yugo más fácil y una carga más ligera. Dejando mi aflicción en las espaldas de quien las puede sobrellevar y vencer, yo me ocupo de lo más importante, de la mejor parte. 

Y caminando victoriosa, sabiendo que él lleva mi carga, sigo mi trayecto, ahora sin derrotas, sin maquillaje, con el alma desnuda y en pie. Soy tuya, heme aquí, yo me ocupo de tu casa. Espero en tu pacto.

foto y poesía de http://www.antoniomas.com/bolsillo.htm

 

Por un agujero de su bolsillo 

Puso entonces el tiempo
a prueba al sabio.

Por un agujero de su bolsillo
se le perdieron uno tras otro
bienes, logros y amores.

Y buscando la última migaja
asomaron sus dedos por el roto.

Entró el sol.

Entró el aire.

Supo todo lo que era
cuando nada ya tenía
y continuó caminando
sin hilo ni aguja.

Victorioso.