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miércoles, 18 de mayo de 2011

Peces suicidas

Mi hermana tenía un grave problema: los peces se le suicidaban. Por varias ocasiones se encontró a uno de sus pececitos muerto fuera de la pecera y se preguntó ¿cómo ha podido pasar? Más adelante vio cómo otro de sus peces seguía con la racha suicida saltando fuera de la pecera y quedando en la mesa del escritorio retorciéndose en su muerte.
Nos tomamos el asunto a risa "tienes unos peces suicidas" "la vida que le darás a los peces para que se quieran ir al otro barrio" "estos peces deberían ir al psicólogo" y una retaíla de jocosas afirmaciones.

Pero cuando vio que el pez insistía en saltar fuera y suicidarse, la cosa dejó de tener tanta gracia. ¿Qué le pasaba a los peces? Al final fueron a la tienda de animales y les dieron la solución: a los peces les faltaba oxígeno y por eso saltaban para poder respirar, pero lo único que conseguían era morir. Con unas tabletas de oxígeno se solucionó el problema.

Toda esta historia me hace pensar de vez en cuando y muchas veces le saco conclusiones diferentes. Hoy le estaba dando vueltas a cómo actuamos frente al comportamiento "extraño" de las otras personas. Es decir, es fácil señalar con el dedo y etiquetar al más débil. Este niño-joven tiene un problema, tiene un comportamiento extraño, está mal de la cabeza, tiene que ir al psicólogo, este niño-joven es un problema para el resto... si estos niños supieran defenderse o si los jóvenes tuvieran el valor y la fuerza para alzar la voz (como si los peces hubieran podido hablar y explicarles que les faltaba oxígeno) podríamos saber que la base del problema no son ellos, sino que no les estamos sabiendo dar lo que necesitan, tal vez por ignorancia, tal vez por comodidad, pero lo cierto es que hay una nueva generación que está clamando que se ahoga en el sistema educativo, en la manera de educar de los padres, en el poco oxígeno que les damos para poder desarrollarse íntegramente. Pero es más fácil para nosotros seguir observando su comportamiento y hacer comentarios desafortunados que preocuparnos por escarbar y averiguar qué porcentaje de culpa tenemos nosotros y cómo podemos solucionarlo.

Lo más preocupante de la historia es que muchos de la nueva generación se plantean saltar de la pecera  porque creen que así podrán respirar, pero lo cierto es que muchos consiguen el resultado contrario. Nos sorprendemos cuando un joven deja los estudios, se va de casa, busca amistades poco convenientes y vemos que su vida no despega... ¿y nos extraña? hagamos una mirada introspectiva a nosotros mismos y asumamos las consecuencias de nuestros actos. Cambiemos de una vez, no seamos orgullosos y no cerremos los ojos ante lo evidente. 

¿Tu pez está saltando fuera de tu pecera?. Espabila.

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