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viernes, 16 de diciembre de 2011

Sistema educativo corto de vista (parte 1)

https://www.flickr.com/photos/loreto_cantero/4087434682/in/photostream/
El año pasado escribí, y borré, una entrada que me tocó mucho las narices. Me quedé a gustito escribiéndola y luego la borré por miedo a que la profesora (que aunque buena maestra, estaba pasando por un mal momento y la estaba pagando con mi hijo), pudiera acentuar más su comportamiento con él.
El problema residía en la obcecación de meter a los niños en el psicólogo por cualquier etapa dura. ¿El niño lleva una semana difícil? pues ves al psicólogo familiar para que te enseñe a educar bien a tu hijo.
No se detienen a pensar si ha ocurrido algo en su vida que pueda haberle hecho cambiar, si esa semana es justo después de las vacaciones y le cuesta coger de nuevo el ritmo y, simplemente, está cansado...

Soy partidaria de los psicólogos, siempre y cuando haya una motivación para ello. Si te duele una pierna no vas al oculista, si te duele la garganta no vas al traumatólogo, si tienes sueño o jaquecas... no vas al psicólogo. 
Semanas más tarde me volvió a decir lo de la orientación familiar porque Samuel no se concentraba en clase, por las tardes estaba muy irascible y, claramente, mi hijo tenía un "problema".
Y en algo sí que tenía razón, su problema se llamaba "profesora estresada por sus problemas sin ganas de aguantar los ajenos". Me negué por segunda vez, Samuel respondía a los síntomas de un niño con problemas de visión. Acercarse mucho a la tele, al papel, estar en el ordenador y ponerse agresivo, que a lo largo del día le vaya aumentando el mal humor, la falta de concentración... eso lo produce unos ojos con déficit de visión y grandes dolores de cabeza. Lo llevé al oculista y, efectivamente, mi hijo necesitaba gafas.

Afortunadamente me di cuenta gracias a la experiencia de otro chico más mayor. Mi hermana es educadora social y me contó el caso de un joven de su centro al que querían meterle en un centro para disminuídos psíquicos porque no aprendía, no se concentraba, no era capaz de aprender, tenía graves crisis de agresividad... pero solo tenía 7 dioptrías en cada ojo, lo que le impedía leer, concentrarse y le provocaba grandes jaquecas. 

Derivamos a nuestros niños a los especialistas equivocados. Seamos serios, tomémonos el tiempo necesario para asegurarnos de nuestro diagnóstico. Podemos arruinarle la vida a un niño... y son muchos años de desgracia los que le quedan por delante.

(Si quieres saber más de las reuniones pincha en la PARTE 2PARTE 3 )

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