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lunes, 19 de diciembre de 2011

Sistema educativo corto de vista (parte 2)

Ayer escribí sobre los primeros incidentes graves de mi hijo Samuel el año pasado con el sistema educativo. Si lo queréis leer AQUÍ está.


No me atreví a escribir el último, y más grave, conversación con su profesora. En una reunión rutinaria me felicitó porque Samuel avanzaba muy bien y era bueno en matemáticas y en lenguaje no le iba mal, posteriormente, y DELANTE DEL NIÑO, va y me suelta "Samuel es un niño raro, todos sus compañeros piensan que es raro y lo tratan como un niño raro". Miré a mi hijo de reojo y me di cuenta de que lo había escuchado.
"Samuel es un niño feliz y sano ¿qué más se puede pedir? Todos somos diferentes y él está bien tal y como es" le respondí. Pero tiene demasiada imaginación, espetó. Yo allí mismo me pregunté si alguna vez había estudiado psicología evolutiva en la universidad para saber que, aunque yo no estoy muy de acuerdo en encasillar las edades y conductas como una fórmula matemática indiscutible y fiable 100% ya que los niños evolucionan cada uno a su ritmo, Samuel respondía a los estándares de un niño sano de cinco años. El tema pareció aparcarse para responder a una serie de preguntas obligatorias para todos los padres.
"¿Te importaría si metiera a Samuel en el programa de logopedia?" mi respuesta fue que estaba de acuerdo con su decisión, ya que Samuel tiene problemas con la "R" y la "RR" y a veces confunde las otras letras que se pronuncian en el mismo lugar del paladar "L" "D". Así que quedamos de acuerdo en que un logopeda sería bueno para su desarrollo educativo al ayudarle a pronunciar mejor y, con ello, mejoraría la escritura.

Cuando pensaba que la cosa marchaba bien me soltó "Sería bueno que Samuel fuera a un psicólogo para que modificara su conducta" ¿QUÉEEEEE? tras una conversación posterior me argumentó que Samuel era un niño raro porque a veces le gustaba estar solo y jugar a su bola. ¿Y eso es un problema? ¿Quién de los adultos no disfruta de algún momento de soledad y tranquilidad para ir a nuestra bola? pues no, Samuel era un niño raro. ¿Juega con otros niños? le pregunté. . Su respuesta fue afirmativa. ¿Tiene problemas de sociabilidad?  "Ahora no, pero los puede tener" respondió. Su argumento  fue que los niños en primaria podían ser muy crueles y mi hijo debía aprender a cambiar su carácter para que los otros niños no se burlaran de él.

¿Así es como tratamos el bullying en nuestras escuelas? ¿Mandamos al psicólogo a los indefensos para que aprendan a cambiar su manera de ser, que aprendan a negarse a sí mismos y enseñarles desde bien pequeños que son un despojo de persona que necesita cambiar para que se les acepte? ¿Y qué hacemos con los acosadores? ¿Quedan libres por la escuela dictando las normas en el patio y en el claustro?
Mi hijo no tenía, ni tiene, problemas de sociabilidad, y si los tuviera estaría orgullosa de que formara parte de los diferentes y no de los acosadores. Deberían ser éstos últimos los que acudieran al psicólogo para que les enseñaran que en la diversidad está la riqueza... tal vez algún profesor/a debería aplicarse el cuento y acompañarles a las sesiones.

(Si quieres saber cómo continuó la reunión clica AQUÍ)

2 comentarios:

  1. ..."y si los tuviera estaría orgullosa de que formara parte..." Has dicho una cosa Dama, que con mi mujer hemos comentado más de alguna vez. Aunque supongo que en los dos lados sufriríamos...

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  2. Tomae, tienes razón en que en ambos lados sufres, al menos en uno no te avergüenzas de ser su padre y estás orgulloso de la persona en la que se ha convertido.

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