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jueves, 1 de marzo de 2012

Al límite


Al leer este post de un blog que sigo he recordado por qué tengo ganas de llorar cada día a las puertas de mi cumpleaños. Los niños me piden cosas básicas y yo hago números para poder dárselas: pijamas, material del cole... y las tienen, no todas juntas, pero se va consiguiendo. El problema ya no reside en el intenso frío que hemos padecido en casa ni que la caldera siga saltando por la noche aún teniéndola a 15 ºC. No se trata de que esté pasando hambre ni de que tenga hipotermia (aunque sí un frío de narices), no estoy así porque me falte ropa (ya que mi hermana me acaba de dar unos cuantos jerseys muy chulos) ni que no tenga techo, porque lo tengo.

Se trata de esta impotencia, de que cada currículum lo echen para atrás sin entrevista previa, de que la empresa de artesanía sea una idea lejana y dependiente de una economía ajena que no va bien para nadie y menos para cosas de decoración, de que el libro no pueda ver la luz ni por cuenta propia ni por cuenta ajena, de que las cosas no funcionen, de verme atrapada, con las manos atadas ante una situación difícil. Vale, no me falta de nada básico, hemos sabido a administrarnos con el dinero que nos llega (siendo considerado un verdadero milagro por la gente que conoce el dinero que entra y de las injusticias que ha sufrido mi marido con su paga por sus vacaciones trabajadas y "retribuidas". Me quejo porque cuando una alza la voz, los demás callan, porque están igual que tú, porque no pueden hacer nada al respecto. 

Tengo ganas de llorar por la situación, por la frustración, por la impotencia. Me repatea que me digan que si no veo las cosas positivamente es porque no me da la gana. Tal vez lo hagan con buena intención, pero es descortés por su parte poner más peso en mi mochila. El pensamiento positivo está muy bien siempre y cuando no te engañes a ti mismo. Las cosas están feas, pero de todo se sale. No sirve de nada cerrar los ojos y decir "eh! ¡que no estamos tan mal!" y una mierda, pajarito. La cosa está mal y si no quieres verlo aparece por mi casa un mes entero y come macarrones, arroz y algo de pollo durante un mes entero y sentirás lo que te digo. Que sí, que hay otros que no pueden comer, pero ¿qué estás comiendo tú en tu casa? ¿a cuántos grados has tenido tu calefacción este invierno? ¿cuántas veces te han devuelto la compra del mes porque tu jefe no te ha pagado? ¿la ropa de tus hijos les va bien o duermen con pijamas pequeños porque estás esperando a cobrar?pues eso, que no sabes lo que se siente y mejor no abrir la boca.

Sí, tengo a mi marido que es lo único que me anima al final del día, bueno, eso y mis hijos, que ahora me espera una sesión Ferrán adrià con mi hijo que quiere hacer un plato nuevo con los cuatro ingredientes que hay en la nevera. Y dice que quiere vender sus comidas por todo el mundo, porque quiere ser rico, tener mucho dinero para comprar comida... y se me parte el alma. Ese es el problema. Los niños se dan cuenta de la carencia y ahora quieren ser ricos para dejar de tenerla, pero no se dan cuenta que la abundancia de dinero trae problemas, igual que la escasez. Me preocupa, simplemente eso.

Y sí, sé que de esto se sale, que no hay mal que cien años dure (ni cuerpo que lo aguante) pero no consigo nada engañándome a mí misma y quien no quiera ver la cruda realidad que cierre los ojos, pero que no intente cerrármelos a mí.

8 comentarios:

  1. Tienen que cambiar las cosas, tienen que cambiar, así no llegamos a ninguna parte. Las manifestaciones de ahora en la calle son estúpidas, ¿dónde estaban antes? Aplaudiendo el despilfarro. No entiendo nada. Lo siento mucho por ti, querida, ojalá nos salga la vida mejor.

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  2. Querida Dama...Salgo del "retiro blogueril" para decirte algo que te alivie. No sé si voy a ser capaz... Lo primero, he entendido de la primera a la última línea de tu post. Esta tendencia a contestar diciendo "a mí también me pasa y no digo nada" o "hay que mirar la botella medio llena" ... me parece, como poco, una falta de empatía y un egocentrismo elevado al cubo. Has comentado algo que a mí también me preocupa. Cuando ya no queda cintura para apretarse el cinturón, los hijos pueden llegar a desear la riqueza como lo prioritario. Educar en la austeridad es sanísimo, pero se sienten distintos y todavía no son adultos para digerir determinadas carencias aunque no sea vitales.

    No sé cuándo se empezará a remontar... no para volver a ese estado de bienestar que embota todos los sentidos sino a que la sociedad cuente con los mínimos indispensables para dejar de bordear el umbral de la pobreza.

    Toda mi solidaridad y mi cariño, querida Dama. Un beso, escritora.

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    Respuestas
    1. Te echaba de menos por aquí, Sunsi.

      Ciertamente hay unos beneficios implícitos en la austeridad a la hora de educar a los niños. Mis hijos aprecian cada cosa que se les da. Mi hijo está como loco con sus canicas que han traido el ratoncito perez, con los crepes caseros de la mama para desayunar aunque no tengan chocolate u ornamentos. Contentos con una simple pizza de la abuela, contentos con el pijama nuevo que vendrá "cuando se pueda", valorando lo que tienen, porque entienden el valor de las cosas. Y sí, tienes razón en todo lo que dices, como que sus cabecitas todavía no pueden digerir eso de "no podemos comprar esta carne, no podemos comprar más flanes, confórmate con estos y dosifícatelos... espera a que te compre el pijama, un lienzo de los veinte duros o yo qué sé... la compra del mes" es complicado para su mente entender que son tiempos difíciles, pero de repente me dicen "cuando se pueda ¿vale mamá? algún día se podrá" y me alivia ver que en su cabeza convive la carencia y la esperanza.

      Intentamos que las carencias no sean tan evidentes, cuando viene una queja decimos "¿te has quedado con hambre? ¿tienes frío? pues demos gracias a DIos porque tenemos lo necesario" aunque por dentro estés orando día tras día para que la situación remonte.

      Un besote, Sunsi. No te marches muy lejos.

      PD: una confesión, a veces me siento mal por quejarme ¿acaso alguna vez Dios me ha abandonado? jamás de los jamases. Dios es fiel y tal como me ha ayudado otras veces, lo hará ahora. En él confiamos.

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    2. Eres lo más, Dámaris. Se me cae la baba leyéndote. Qué buena gente...

      Un beso muy muy fuerte y perdona las ausencias. Ahora tengo muy poco tiempo para la realidad virtual... Te prometo que no me voy lejos; estoy a la vuelta de la esquina;-)

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  3. Tienes todo el derecho del mundo a quejarte,y a estar triste,y a sentirte impotente.No siempre se puede(ni se debe) ser "positiva".A veces pienso que esta pretendida "Positividad" no es más que un subterfugio de unos cuantos para que cada uno se conforme con lo que le toca,y no se rebele ante nada.Y si quien te dice que "debes mirar el vaso medio lleno" es alguien que no pasa por ningún tipo de estrecheces ya es para darle una patada en la boca.
    Espero que tu situación sea mejor muy pronto
    Un agran abrazo

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    1. Muchas gracias por tus palabras, Nuria. Yo también espero que pronto cambie. La esperanza es lo último que se pierde.

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