Hoy hablaba con una madre sobre nuestra mentalidad consumista. Ella afirmaba que si hubiera sabido cómo se iba a poner el mundo no habría tenido a sus hijos porque el panorama está muy feo y ellos no lo van a poder tener todo y no van a ser felices porque van a sufrir mucho. Yo no sabía cómo decirle que el problema no estaba en el mundo, ni en la economía, ni tan siquiera en la felicidad de los niños, sino que el verdadero problema es la mentalidad consumista de los padres. Creamos unas necesidades que no son tales, inventamos NECESIDADES con mayúsculas de cosas superficiales como televisores planos, DS, consolas, juguetes, salidas al cine, restaurantes, centros de ocio y atracciones, actividades extraescolares, ropa de marca o simplemente ropa nueva cada temporada. Ya no se cose la ropa ni se ponen parches. Una vez llevé a mi hijo con un parche de los gormitis en los pantalones y él iba tan contento con su parche y una madre exclamó "el agujero que debe tener debajo". "Pues sí señora, dije riendo, ¿y lo contento que va el niño con su parche?"
La ropa se tira, igualmente los zapatos que pueden ser reparados sin ningún problema. Los electrodomésticos no se reparan (porque sale más caro repararlos) y una serie de aparatos que ya no se cambian por estar estropeados, sino por tener los del último modelo.
Y una vez nosotros nos adaptamos a conservar lo que tenemos, nos encontramos con la obsolescencia programada, es decir, que las cosas están diseñadas para romperse a un determinado número de usos y nos estamos cargando el medio ambiente.
Debemos empezar por cambiar nuestras mentes y reprogramarnos para saber lo que es necesario y lo que son superficialidades. El siguiente paso es saber conservar lo que tenemos y por último, y el más difícil, es que los fabricantes de productos dejen de creer en una economía creciente y vuelvan unos años hacia atrás donde los electrodomésticos duraban 25 años, las bombillas 2500 horas (han habido hasta 100.000 horas de las 1000 que duran hoy en día) etc, etc, etc. Porque con nuestra mentalidad nos estamos cargando nuestra felicidad haciéndonos creer que nunca tenemos lo suficiente para ser felices y, de paso, nos estamos cargando el mundo.