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domingo, 2 de enero de 2011

Aprendiendo a decir NO


Me he pasado treinta años de mi vida aguantando pestes de la gente aguantando el tirón con una sonrisa en la cara y llorando a mares en la soledad de mi habitación. He tenido que soportar verdaderas aberraciones, que al ser tan íntimas y tan fuertes no pienso darlas a conocer. Sé lo destructiva que puede llegar a ser la palabra y han venido, irónicamente, de gente se que autodenominaba pacífica y respetuosa.

¿Por qué nos engañamos a nosotros mismos? Sinceramente, ahora no me importa. He intentado luchar contra molinos de viento muchos años, intentando hacer ver a esas personas verbalmente agresivas cómo eran en realidad, intentando ofrecerles una alternativa... todo en vano. Porque las personas que tienen odio en el corazón no son conscientes de lo destructivas que son, su mente se autojustifica en un sin fin de razonamientos válidos en su mente agresiva. De ese modo proyectan su actitud en los demás y acusan al resto de ser destructivos, agresivos, violentos y dañinos. 

Pasé mucho tiempo creyéndome sus mentiras, hasta que aprendí a decir NO. La solución a un problema no está en la persona que la causa, en ese gigante destructor ansioso por demoler tu identidad, sino en uno mismo. A veces es más valiente saber decir NO y apartarte de la gente que es dañina para ti.
Es duro, lo sé. Yo me quité de mi vida conocidos, amiguetes de la infancia, "amigos" de la juventud e incluso familia. 
Ya lo dice el refrán "el amigo que no da y el cuchillo que no corta, si se pierde nada importa"

Hay un par de frases que lei el otro día intenando hallar frases de esperanza para vosotros y encontré, entre otras, estas:

"Si buscas resultados distintos, no hagas siempre lo mismo" (Albert Einstein) Y es cierto. Cuando el diálogo se agota, la agresividad es lo que le queda al que se le han acabado los razonamientos. Es cuando el odio al prójimo surge y el diálogo se hace inútil. Ahí nos estancamos, porque nos obcecamos en un método que no funciona y persistimos con lo mismo deseando tener diferentes resultados. Yo probé de hacer algo diferente y fue apartarme del camino de la llama. 
He aprendido a decir lo que otra frase decía:
"Si me engañas una vez, tuya es la culpa; si me engañas dos, es mía".(Anaxágoras Filósofo griego).
Aunque yo la variaría así: "Si me hieres una vez es culpa tuya; si me hieres dos, es mía"
Ya basta de soportar a la gente que para sentirse mejor deben hundir al prójimo. No voy a caer en su juego de devolverle mal por mal, pero que no esperen de mí ser su sparring. Y funciona. Soy más feliz habiendo acotado mi círculo de confianza. Alguien les tiene que demostrar que cada acto tiene su consecuencia y que la maldad no va a ser tolerada indefinidamente.
Afortunadamente he aprendido a decir NO. Se acabó el llorar autocompadeciéndome. Tengo en mi mano el poder de decir NO, BASTA YA y caminar con la cabeza erguida a pesar de su rechinar de dientes.
 

2 comentarios:

  1. Decir NO cuesta, pero es taaan necesario...

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  2. Mi marido está preocupado por si alguno de mis amigos o familiares se están comiendo la cabeza ¿Seré yo? en fin, creo que se preocupa en vano. Ya sabéis quiénes estáis en mi vida y quiénes me han dado motivos para alejarlos de ella. A todos ellos les mando una frase de esperanza "creo en las segundas oportunidades" siempre y cuando el cambio se haya efectuado.

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