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viernes, 21 de enero de 2011

Derrotista


A veces me gustaría ser de otra manera. Soy de las personas que ven el vaso medio vacío, aunque me esfuerzo cada día en verlo medio lleno. Soy demasiado perfeccionista. A pesar de no ser siempre un defecto, llega a serlo cuando de autoexiges demasiado. Soy preocupadora profesional y siempre me preparo para lo peor. Y me diréis ¡vaya tela de mujer! ¡que la encierren en un manicomio! Bueno... no es para tanto, que mis virtudes tendré... digo yo. (¿véis? otra vez, que sí, que tengo virtudes)
Digo todo esto porque ahora estoy en un momento de enfermedad. Esperemos que nada grave, solo tengo que esperar a los resultados de unos análisis que me los darán en tres semanas. Sí, 21 días son muchos para una espera de este tipo, al menos para mí.
Yo prefiero saber las malas noticias a bocajarro. Para mí es mejor saberlo y afrontarlo que estar preguntándome todo el día qué tendré, qué puedo hacer para mejorar... las dudas me corroen. Me siento mejor cogiendo al toro por los cuernos, pero sabiendo que, al menos, estoy haciendo algo para solucionar el problema. 
Las enfermedades son lo que tienen y el sistema sanitario es el que es. Hace tiempo que acarreo lo síntomas, pero mi médico de cabecera me daba largas. Al final, yendo a un especialista, me han sacado lo que tenía 3 meses después. Para saber la causa y el tratamiento adecuado debo esperar tres semanas. Por supuesto no he podido esperar y he mirado en el oráculo de Google. No sé para qué miro esas cosas. El análisis que me van a hacer es para descartar enfermedades que van desde problemas ginecológicos hasta cáncer cerebral... en fin que estoy un poco asustada. Puede ser que no sea nada, o puede ser que sea problema de riñones, hígado, tiroides o cáncer cerebral... Acojona que exista la posibilidad de cáncer... aunque, repito,  seguramente no sea nada.
Pero como soy derrotista de vez en cuando me asalta la duda... ¿sabéis lo que hago? orar.
Hace tiempo me explicaron una historia, dice así:
Dos hermanas salieron tarde de su casa para ir al colegio, eran las nueve y cinco y todavía iban por medio camino. "No vamos a llegar" decía una. «Nos van a cerrar la puerta del cole» decía la otra. A una de las hermanas se le ocurrió pararse a orar, porque Dios puede hacer milagros. La otra dijo «Me parece bien la idea de orar, pero hagámoslo mientras corremos»
La moraleja es la siguiente: Ora, porque todo depende de Dios y actúa como si todo dependiese de ti.
Eso es lo que intento hacer: orar, porque la sanidad (o la no sanidad) depende de Dios y yo seguiré luchando por una mentalidad optimista y cumpliendo con el tratamiento que me indiquen. Si me curo o no dependerá de los planes de Dios. Si quiere que aprenda algo en mi vida... aunque solo sea tener fe.

3 comentarios:

  1. Me siento muy identificada con tu post! yo también me preocupo por todo sobre todo por temas de salud (ya he tenido algun buen susto...), pero sin duda creo que la actitud correcta es la que describes, si bien es cierto que es tan dificil muchas veces dejar que sea el Señor el que tome el mando!!! Lo que más me cuesta a mi es descansar en ÉL, siempre intento acelerar yo las cosas o hacerlas a mi manera y al final siempre me doy cuenta de que Él sabe lo que me conviene y lo que no...
    En estos momentos me está ayudando mucho leer un libro sobre Pablo de Charles Swindoll. Oraré por tu situación.
    Bicos.

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  2. Muchísimas gracias, de veras. Miraré a ver si encuentro ese libro. Un abrazo.

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  3. Este libro pertenece a la colección de libros escritos por Swindoll sobre personajes biblicos, el que trata sobre Ester está muy bien. En otra linea el libro "cuando las madres oran" para mi fue todo un descubrimiento, en muchisimos sentidos, la autora es Cheri Fuller.
    Y de gracias nada, que para eso estamos!! Ánimo.
    Salmo 27.

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