No me preguntéis porqué, pero últimamente he estado pensando en las heridas que dejan las palabras. Hace tiempo leí en un libro la siguiente ilustración:
"Imagina que el corazón de una persona es un trozo de madera. Cuando dices o haces algo que hiere a esa persona es como si le estuvieses clavando un clavo. Cuando te arrepientes de lo que has hecho puedes pedirle perdón a la persona agraviada y sacar ese clavo que se ha incrustrado en la tabla. Pero, si te fijas, esa madera ya nunca será como antes, porque ahora tiene un agujero".
De igual modo, nuestras palabras y nuestros actos dejan huella a pesar de las disculpas. No podemos pretender que nuestros actos no tengan consecuencias. Tal vez esa persona no guarde rencor después de una disculpa, pero seguirá marcada por el dolor de las palabras.
Cuida lo que dices, calcula lo que haces. Los agujeros no se irán de la madera, se pueden ocultar con pastas, pero tan solo es un parche. Los corazones rotos nunca vuelven a ser como antes.
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