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lunes, 21 de marzo de 2011

Juan 8 y 9

¡No vuelvas a pecar!
 2 Al día siguiente, al amanecer, Jesús regresó al templo. La gente se acercó, y él se sentó para enseñarles.3 Entonces los maestros de la Ley y los fariseos llevaron al templo a una mujer. La habían sorprendido teniendo relaciones sexuales con un hombre que no era su esposo. Pusieron a la mujer en medio de toda la gente,4 y le dijeron a Jesús:    --Maestro, encontramos a esta mujer cometiendo pecado de adulterio.5 En nuestra ley, Moisés manda que a esta clase de mujeres las matemos a pedradas. ¿Tú qué opinas?
   6 Ellos le hicieron esa pregunta para ponerle una trampa. Si él respondía mal, podrían acusarlo. Pero Jesús se inclinó y empezó a escribir en el suelo con su dedo.7 Sin embargo, como no dejaban de hacerle preguntas, Jesús se levantó y les dijo:
    --Si alguno de ustedes nunca ha pecado, tire la primera piedra.
   8 Luego, volvió a inclinarse y siguió escribiendo en el suelo.9 Al escuchar a Jesús, todos empezaron a irse, comenzando por los más viejos, hasta que Jesús se quedó solo con la mujer.10 Entonces Jesús se puso de pie y le dijo:
    --Mujer, los que te trajeron se han ido. ¡Nadie te ha condenado!
   11 Ella le respondió:
    --Así es, Señor. Nadie me ha condenado
    Jesús le dijo:
    --Tampoco yo te condeno. Puedes irte, pero no vuelvas a pecar.
 
Jesús es la luz
 12 Jesús volvió a hablarle a la gente:    --Yo soy la luz que alumbra a todos los que viven en este mundo. Síganme y no caminarán en la oscuridad, pues tendrán la luz que les da vida.
   13 Los fariseos le dijeron:
    --Tú te estás alabando a ti mismo. ¿Cómo sabremos que dices la verdad?
   14 Jesús les respondió:
    --Aunque hable bien de mí, lo que digo es cierto. Porque yo sé de dónde vine, y a dónde voy; sin embargo, ustedes no lo saben.15 Ustedes juzgan como todos los demás, pero yo no juzgo a nadie.16 Si lo hiciera, juzgaría de acuerdo a la verdad, porque no juzgo yo solo. Mi Padre, quien me envió, juzga conmigo.17 La ley de ustedes dice que se necesitan dos testigos para probar que algo es verdad.18 Pues bien, yo hablo bien de mí mismo; y mi Padre, quien me envió, también habla bien de mí.
   19 Entonces le preguntaron:
    --¿Dónde está tu padre?
    Jesús les respondió:
    --Si me conocieran, conocerían a mi Padre. Pero como no me conocen, tampoco a él lo conocen.
   20 Jesús dijo todo esto mientras enseñaba en el templo, en el lugar donde se ponen las ofrendas. Pero nadie se lo llevó preso, porque no había llegado el momento de que todos supieran quién era él realmente.
 
Los jefes judíos y Jesús
 21 Jesús habló de nuevo:    --Yo me voy, y ustedes me buscarán. Pero no pueden ir a donde yo voy, porque morirán sin que Dios les perdone sus pecados.
   22 Los jefes judíos dijeron:
    --¿Estará pensando en matarse, y por eso dice que no podemos ir a donde él va?
   23 Jesús les aclaró:
    --Ustedes son pecadores, como todos los que viven en este mundo. Pero yo no soy de este mundo, porque vengo del cielo.24 Por eso les dije que si no creen en mí, ni en quién soy yo, morirán sin que Dios les perdone sus pecados.
   25 Le preguntaron:
    --¿Y quién eres tú?
    Jesús les contestó:
    --¿Por qué tengo que responderles?26 Más bien, yo tengo mucho que decir de todo lo malo que ustedes hacen. El que me envió dice la verdad, y yo sólo digo lo que le escuché decir.
   27 Pero ellos no entendieron que Jesús les estaba hablando de Dios su Padre.28 Por eso les dijo:
    --Ustedes sabrán quién es en realidad el Hijo del hombre cuando me cuelguen de una cruz. También sabrán que no hago nada por mi propia cuenta, sino que sólo digo lo que mi Padre me ha enseñado.29 Mi Padre nunca me ha abandonado, pues yo siempre hago lo que a él le agrada.
   30 Cuando Jesús dijo esto, mucha gente creyó en él.
 
La verdad los hará libres
 31 Jesús les dijo a los judíos que habían creído en él:    --Si ustedes obedecen mis enseñanzas, serán verdaderamente mis discípulos;32 y conocerán la verdad, y la verdad los hará libres.
   33 Ellos le contestaron:
    --Nosotros somos descendientes de Abraham, y nunca hemos sido esclavos de nadie. ¿Por qué dices que seremos libres?
   34-36 Jesús les respondió:
    --Ningún esclavo se queda para siempre con la familia para la cual trabaja. El hijo de la familia sí se queda para siempre, y si él quiere puede dejar en libertad al esclavo. Les aseguro que cualquiera que peca es esclavo del pecado. Por eso, si yo, el Hijo de Dios, les perdono sus pecados, serán libres de verdad.
   37 "Yo sé que ustedes son descendientes de Abraham, pero quieren matarme porque no aceptan mis enseñanzas.38 Yo sólo les digo lo que mi Padre me ha enseñado. Ustedes, en cambio, hacen lo que les ha enseñado su padre.
   39 Ellos le dijeron:
    --¡Nuestro padre es Abraham!
    Entonces Jesús les contestó:
    --Si en verdad ustedes fueran descendientes de Abraham, harían lo que él hizo.40 Pero yo les he dicho la verdad que he escuchado de Dios, y ustedes quieren matarme. ¡Abraham nunca hizo algo así!41 Pero ustedes hacen exactamente lo mismo que hace su padre.
    Ellos le contestaron:
    --¡No nos acuses de tener otro padre! Nuestro único Padre es Dios.
   42 Jesús les respondió:
    --Si en verdad Dios fuera su Padre, ustedes me amarían, porque yo vengo del cielo, donde está Dios. Yo no vine por mi propia cuenta, sino que Dios me envió.43 Ustedes no pueden entender lo que les digo, porque no les gusta escuchar mi mensaje.44 El padre de ustedes es el diablo, y ustedes tratan de hacer lo que él quiere. Siempre ha sido un asesino y un gran mentiroso. Todo lo que dice son sólo mentiras, y hace que las personas mientan.
   45 "Por eso ustedes no pueden creer que digo la verdad.46 ¿Quién de ustedes puede acusarme de haber hecho algo malo? Y si digo la verdad, ¿por qué no me creen?47 Los hijos de Dios escuchan con atención todo lo que Dios dice. Pero ustedes no le ponen atención porque no son sus hijos.
 
Jesús y Abraham
 48 Entonces, algunos judíos le dijeron:    --Cuando decimos que eres un extranjero indeseable, y que tienes un demonio, no estamos equivocados.
   49 Jesús les contestó:
    --Yo no tengo ningún demonio. Lo que hago es hablar bien de mi Padre; pero ustedes hablan mal de mí.50 Yo no le pido a la gente que hable bien de mí; es Dios quien lo quiere así, y es él quien juzga.51 Les aseguro que quien obedezca mi enseñanza, vivirá para siempre con Dios.
   52 Ellos le dijeron:
    --Ahora sí estamos seguros de que tienes un demonio. Nuestro antepasado Abraham murió, y también murieron los profetas. Sin embargo, tú dices que el que te obedezca vivirá para siempre.53 ¿Acaso te crees más importante que Abraham? Él y los profetas murieron. ¿Qué te estás creyendo?
   54 Jesús les respondió:
    --¿De qué me serviría hablar bien de mí mismo? Mi Padre es el que habla bien de mí, y ustedes dicen que él es su Dios.55 En realidad, ustedes no lo conocen. Yo sí lo conozco. Lo conozco, y lo obedezco. Si dijera lo contrario, sería un mentiroso como ustedes.56 Abraham, el antepasado de ustedes, se alegró mucho con sólo pensar que vería el tiempo en que yo vendría al mundo; lo vio, y le causó mucha alegría.
   57 Entonces le preguntaron:
    --Ni siquiera has cumplido cincuenta años de edad. ¿Cómo puedes decir que has visto a Abraham?
   58 Jesús les dijo:
    --Les aseguro que mucho antes de que naciera Abraham ya existía yo.
   59 Entonces aquellos judíos quisieron matar a Jesús a pedradas; pero él se mezcló entre la multitud y salió del templo.

Juan 9

Jesús sana a un ciego
 1 Cuando Jesús salió del templo, vio por el camino a un joven que había nacido ciego.2 Los discípulos le preguntaron a Jesús:    --Maestro, ¿quién tiene la culpa de que este joven haya nacido ciego? ¿Fue por algo malo que hizo él mismo, o por algo malo que hicieron sus padres?
   3 Jesús les respondió:
    --Ni él ni sus padres tienen la culpa. Nació así para que ustedes vean cómo el poder de Dios lo sana.4 Mientras yo esté con ustedes, hagamos el trabajo que Dios mi Padre me mandó hacer; vendrá el momento en que ya nadie podrá trabajar.5 Mientras yo estoy en el mundo, soy la luz que alumbra a todos.
   6 En seguida Jesús escupió en el suelo, hizo un poco de lodo con la saliva, y se lo puso al joven en los ojos.7 Entonces le dijo: "Vete a la piscina de Siloé y lávate los ojos".
    El ciego fue y se lavó, y cuando regresó ya podía ver.8 Sus vecinos y todos los que antes lo habían visto pedir limosna se preguntaban: "¿No es este el joven ciego que se sentaba a pedir dinero?"9 Unos decían: "Sí, es él". Otros decían: "No, no es él, aunque se le parece mucho". Pero él mismo decía: "Claro que soy yo".10 Entonces le preguntaron:
    --¿Cómo es que ya puedes ver?
   11 Él respondió:
    --Un hombre llamado Jesús hizo lodo, me lo puso en los ojos, y me dijo que fuera a la piscina de Siloé y que me lavara. Yo fui, y cuando me lavé los ojos pude ver.
   12 --¿Y dónde está Jesús? --le preguntaron.
    --No lo sé --contestó él.
 
Los fariseos y el ciego sanado
 13-14 Cuando Jesús hizo lodo y sanó al ciego era día de descanso obligatorio. Por eso, algunos llevaron ante los fariseos al joven que había sido sanado.15 Los fariseos le preguntaron:    --¿Cómo es que ya puedes ver?
    El joven les respondió:
    --Jesús me puso lodo en los ojos, y ahora puedo ver.
   16 Algunos fariseos dijeron: "A ese hombre no lo ha enviado Dios, pues desobedece la ley que prohíbe trabajar en sábado". Pero otros decían: "¿Cómo puede un pecador hacer milagros como este?" Y no se ponían de acuerdo.17 Entonces le preguntaron al que había sido ciego:
    --Ya que ese hombre te dio la vista, ¿qué opinas de él?
    --Yo creo que es un profeta --les contestó--.
   18 Pero los jefes judíos no creían que ese joven hubiera sido ciego y que ahora pudiera ver. Entonces llamaron a los padres del joven19 y les preguntaron:
    --¿Es este su hijo? ¿Es cierto que nació ciego? ¿Cómo es que ahora puede ver?
   20 Los padres respondieron:
    --De que este es nuestro hijo, y de que nació ciego, no tenemos ninguna duda.21 Pero no sabemos cómo es que ya puede ver, ni quién lo sanó. Pregúntenselo a él, pues ya es mayor de edad y puede contestar por sí mismo.
   22-23 Los padres dijeron esto porque tenían miedo de los jefes judíos, ya que ellos se habían puesto de acuerdo para expulsar de la sinagoga a todo el que creyera y dijera que Jesús era el Mesías.
   24 Los jefes judíos volvieron a llamar al que había sido ciego, y le dijeron:
    --Júranos por Dios que nos vas a decir la verdad. Nosotros sabemos que el hombre que te sanó es un pecador.
   25 Él les contestó:
    --Yo no sé si es pecador. ¡Lo que sí sé es que antes yo era ciego, y ahora veo!
   26 Volvieron a preguntarle:
    --¿Qué hizo? ¿Cómo fue que te sanó?
   27 Él les contestó:
    --Ya les dije lo que hizo, pero ustedes no me hacen caso. ¿Para qué quieren que les repita lo mismo? ¿Es que también ustedes quieren ser sus seguidores?
   28 Los jefes judíos lo insultaron y le dijeron:
    --Seguidor de ese hombre lo serás tú. Nosotros somos seguidores de Moisés.29 Y sabemos que Dios le habló a Moisés; pero de ese Jesús no sabemos nada.
   30 El joven les respondió:
    --¡Qué extraño! Ustedes no saben de dónde viene, y sin embargo, a mí me ha sanado.31 Sabemos que Dios no escucha a los pecadores, pero sí escucha a los que le adoran y le obedecen.32 Nunca he sabido que alguien le haya dado la vista a uno que nació ciego.33 Si este hombre no fuera enviado por Dios, no podría hacer nada.
   34 Entonces le contestaron:
    --Ahora resulta, que tú siendo pecador desde que naciste nos vas a enseñar. ¡Ya no te queremos en nuestra sinagoga!
   35 Jesús se enteró de esto, y cuando se encontró con el joven le preguntó:
    --¿Crees en el Hijo del hombre?
   36 El joven le respondió:
    --Señor, dígame quién es, para que yo crea en él.
   37 Jesús le dijo:
    --Lo estás viendo. Soy yo, el que habla contigo.
   38 Entonces el joven se arrodilló ante Jesús y le dijo:
    --Señor, creo en ti.
   39 Luego Jesús dijo: "Yo he venido al mundo para juzgarlos a todos. Les daré vista a los ciegos, y se la quitaré a los que ahora creen ver bien".
   40 Algunos fariseos que estaban por allí le oyeron decir esto, y le preguntaron:
    --¿Quieres decir que nosotros también somos ciegos?
   41 Jesús les contestó:
    --Si ustedes reconocieran que no ven tanto como creen, Dios no los culparía por sus pecados. Pero como creen ver muy bien, Dios sí los culpará por sus pecados.

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