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lunes, 18 de octubre de 2010

agua entre las manos

Cuando el día se te hace corto y las noches inapreciables las hojas del calendario se pegan haciendo imposible que su paso sea reconocible y suficiente.
Hay tantas cosas que hacer y tan poco tiempo para hacerlo... tanto cansancio que curar y tan pocas horas para calmarlo...

Escribo con los ojos cerrados, no con intención de concentrarme, sino porque simplemente mis párpados se han declarado en huelga y no quieren abrirse.  Me estresa la lista de cosas que tengo pendientes. Al menos este fin de semana he acabado unas pocas y dentro de unas horas volveré a la rutina. ¿Cómo encontrar un tiempo para relajar la mente cuando el poco tiempo que me queda en el transcurrir frenético de la vida lo utilizo para apaciguar el cansancio físico?

Hoy estoy melodramática, lo sé, pero me gustaría hacer tantas cosas para mí  que no puedo... restaurar las sillas y el banco de hierro, restaurar los muebles de madera, dibujar, acabar ese cuadro que empecé, leer "Los pilares de la tierra" de Ken Follet, acabar con mi libro...
El bache se ha superado, sé cómo va a seguir mi historia, sé lo que va a hacer mi personaje y cómo va a llegar a la próxima estación. El problema es el tiempo, siempre es el tiempo. Entre semana soy enfermera, cocinera, chofer, chacha, árbitro, juez, jardinera... y otras muchas otras tareas. ¿Cómo sacar tiempo para el ocio?
 Para quedar con los amigos hay que hacer una instancia al tribunal supremo. El problema es que con tantas cosas que hacer un solo día de relax no me serían suficientes.
El tiempo se me escapa de las manos como agua incontrolable sin poder detenerlo.

Querría seguir escribiendo, pero el deber me llama. El tiempo pasa y los niños no esperan. Hasta mañana... pestañead y veréis que el día ya ha pasado.

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