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jueves, 23 de diciembre de 2010

Hello Chicken y la perdiz albina


Soy afortunada de tener una gallina peculiar. Pocas veces se ve una gallina que salga a saludarte y a reclamar algunas caricias por su suave plumaje. Es un bicho raro, pero me encanta.
Mi marido, extrañado por el comportamiento de nuestra hello Chicken, le preguntó a uno de sus compañeros si  era habitual y le dijo que no. A su vez le contó una experiencia suya.

El vecino de mi compañero criaba perdices y un día le salió una albina. Las otras perdices, que suelen ser marrones, comenzaron a picotearla por el simple hecho de ser diferente. Al final, el vecino la separó del resto y se la regaló al compañero de mi marido. Aquella perdiz diferente se convirtió en una mascota, salía a pasear con los perros y murió de viejecita. La vida de las otras perdices no creo que fuera tan larga, pocas veces saldrían del corral, excepto en una única ocasión: para ir directa a la cazuela.
En el caso que a algún bárbaro le diera por comerse a alguna de mis gallinas, jamás le dejaría comerse a mi gallinita saludadora, llamada también "Hello Chicken". 

A veces ser diferente nos etiqueta o nos margina, pero es gracias a esa rareza, a eso que nos hace especiales, que podemos hacer cosas insólitas y tenemos una vida peculiar. Nuestras diferencias nos hacen extraordinarios para poder tener una vida extra-ordinaria.

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