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viernes, 12 de noviembre de 2010

El destino de la oruga




Esta historia no me la he inventado yo, así que no me voy a atribuir el mérito. La leí en un libro de Paulo Coelho: Maktub (Pág.14).
Como no quiero quebrantar las leyes del copyright la voy a parafrasear, aunque os recomendaría que lo leyeseis en el original.

Somos personas, no somos orugas, pero si por un momento nos pusiéramos en la piel de una, experimentaríamos la más profunda de las tristezas.

Una oruga es fea, aunque tal vez para algunos amantes de los insectos les puedan parecer hermosas, es pequeña, se arrastra por el suelo y tiene que tener muchísimo cuidado con no ser devorada por los pájaros. Ser una oruga tiene que ser horrible, pero nuestra oruga intenta adaptarse y conformarse con lo que le ha tocado ser. A pesar de todo, la oruga siempre se queja "¿porqué me ha tocado ser un gusano? ¿Por qué los pájaros quieren comerme? ¿Por qué no soy más rápida? ¿Por qué soy tan fea? Todas las preguntas son una larga lista de porqués. Está muy enfadada con el de arriba porque le ha obligado a ser lo que no quería. Un día siente el deseo de hacerse un capullo y cree que está preparando su propia tumba. Y encima me toca una vida corta, piensa. Sin embargo al cabo de unos días sale del capullo convertida en una bella mariposa, a no ser que le haya tocado ser una polilla, que entonces sería otra broma pesada del de arriba. Y puede volar, es bella, es admirada por los hombres... Entonces se admira de las sorpresas que Dios tiene preparados para nosotros.

A veces no entendemos el porqué de las cosas, pero hay un motivo. Agarra bien las cartas que se han ofrecido, seguro que les sacarás un gran provecho.

Dios dirige los pasos del hombre; nadie conoce su propio destino. (Proverbios 20:24)

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