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martes, 14 de septiembre de 2010

sombrilla naranja


Recuerdo cuando era pequeña y mis padres nos llevaban a la playa en verano. Me encantaba esa playa. Por mucho que caminaras y te alejaras de la orilla no te hundías.
Solo había un problema: era miope. Pero no de un miope de esos que ven algo borrosillo, sino de los que solo veían borrones en la cara cuando te cruzabas conmigo. Necesitaba mis gafas, eran una ampliación de mi cara. 

Recuerdo exactamente cómo era la sombrilla que llevábamos a la playa a pesar de no haberla visto en casi quince años. Me la tuve que memorizar. Era mi referencia. ¿Quién no ha ido a la playa y a pesar de no moverse del sitio ha aparecido veinte metros más a la derecha o a la izquierda? Eso me pasaba mucho y siempre acababa perdida en la playa. No hubiera sido un problema si hubiese tenido mis gafas puestas, lo cual era imposible. Temblaba cuando mis padres llevaban otro tipo de sombrilla más normal, porque aquella era especial. Era horrible. 

  Medía medio metro más que las demás sombrillas, por lo que era visible desde cualquier lugar de la playa. Su color naranja, con un estampado de los setenta, le hacía inconfundible. Más o menos como en la foto. Ésa era mi sombrilla. Ahí estaban mis padres y mi lugar de socorro.
Tengo buenos recuerdos de esa sombrilla. Me ahorró muchos disgustos y muchas horas de caminar por la orilla, perdida, hasta que alguna cara borrosa me reconociera.

Los que no llevan gafas no se dan cuenta de lo esencial que es poder ver bien, pero ese es otro tema.
Hace años me operé de la vista y veo perfectamente, pero esa sombrilla permanece en mi recuerdo en un pedestal. A pesar de tener los ojos perfectamente, a veces pierdo de vista mi referencia en la vida. Los quehaceres del día a día, las preocupaciones, las ganas de vivirlo todo y ahora... la vida es un estallido de vivencias, buenas y malas, y te las ofrece en apenas veinticuatro horas, por lo que cuando llega la noche me doy cuenta que me he perdido y estoy a veinte metros a la derecha de mi toalla. Mi sombrilla naranja , en esta vida, es Dios. Él es el que me hace volver cada día a mi refugio. Él es mi referencia. y mi socorro. Puede que no te resulte atractiva mi referencia en la vida, como tampoco lo era mi sombrilla naranja, pero la verdad es que me mantiene en el rumbo correcto aun cuando mis ojos pierden el norte.

¿Cuál es tu sombrilla naranja?

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